Mis comilones inéditos se presentaron por primera vez cuando yo contaba con 13 años, luego de que mi tío pereció. Nosotros dos éramos muy unidos; yo estuve al cuidado de él todo el periodo de la enfermedad. Cuando murió, busqué olvidar mi pena comiendo en grandes porciones.
En esos días yo llegué a consumir alimentos cual bestia hambrienta, en lo secreto de la soledad para que las personas me juzgara. Sin embargo, no toda la vida fue así; en la escuela secundaria yo era el centro de las miradas cuando participaba en los campeonatos de atletismo. Me gustaba mucho participar en estas competencias, no dejaba pasar oportunidad de inscribirme a alguna. Pero, con el tiempo me resultaba más duro entrar en competición ya que mi peso iba incrementándose, sin preocuparme.
A los 20 años, me deshice de casi 12 kilos en los meses que precedieron mis nupcias debido a una dieta muy limitante. Sin embargo con el tiempo dí a luz a mis hijos, el peso poco a poco estuvo de vuelta y antes de fijarme ya contaba con más de 90 kilos.